36 Días de lápiz

El sábado 15 de agosto, «Fortu», natural de Tormantos y residente en Valencia, explicó a los asistentes a la presentación de su primera novela –36 días de lápiz-, los pormenores que le llevaron a investigar sobre los legajos encontrados bajo la iglesia de la localidad riojana. En ellos descubrió, entre diversos archivos, documentos y papeles que se remontan a principios del siglo XIX, una curiosa historia. Y 36 días de lápiz nos habla de ello.

Fortu ha conseguido, a través de la lectura, crear un relato que nos indica que el poder eclesiástico en aquella lejana época, era aún muy potente y autoritario. De hecho, los protagonistas principales son reales, aunque también se ha basado en la ficción para modelar la historia. Una historia que comienza creando una serie de interrogantes que se irán desvelando a medida en que nos introducimos en el relato. Una vez que leemos sus primeras páginas, queremos saber el desenlace de la trama, cuyo epílogo se conforma como la guinda del pastel.

Así, la tarde del pasado sábado se tornó de la mejor manera posible con todos los asistentes dispuestos con sus mascarillas, atendiendo a las consabidas distancias sociales y utilizando geles hidroalcohólicos. Un precioso evento cultural en un atípico verano.

Fortu, tras su presentación, nos dio la palabra a nosotros, como editores del libro y promotores de Literaria Kalean. Y contamos el inicio del libro y de aquel lejano 2015 cuando le conocimos en plena feria románica en su localidad natal.

Es ahora, cuando esta entidad ha editado ya tres nuevos proyectos y abre sus puertas a la edición. Literaria Kalean está convencida del buen resultado de los mismos. También hay que añadir que aquel día nos sentimos arropados, tal y como ocurre cada vez que visitamos Tormantos, por sus gentes y por la gran participación a este acto cultural.

Fotos de Eduardo Barrasa y Ainara G. Álava

Para un vecino de la localidad debe ser excitante sumergirse en una buena historia referida a las calles que de sobra le son conocidas. Sumergirse también en los lugares citados en el relato, la iglesia que ven sus ojos, e imaginársela hace doscientos años, sentir el proceder de sus antepasados, abuelos, bisabuelos, parientes lejanos que se veían sumidos en unas condiciones muy diferentes a las que vivimos en la actualidad.

Y los asistentes, sin duda, proceden de la historia. ¡Esto es la cultura! De esto se habló en aquella jornada y nos agradó el contemplar a los residentes deambular entre las calles de Tormantos blandiendo, muchos de ellos, un ejemplar de 36 Días de lápiz entre sus manos. ¿Acaso hay mayor recompensa para un escritor?

Gracias Fortu, gracias asistentes y gracias, una vez más, Tormantos.

¡Nos leemos?

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