A grandes rasgos los globos de WhatsApps decían así aquel martes 2 de noviembre:
[…]Soy Pedro, de Treviana. Estaba pensando en intentar montar un club de lectura en Treviana, que incluyera pueblos de alrededor… Así que si estáis por Treviana todo el año y os motiva, un día podemos tomar algo y hablar de ello […]
Pedro es un vecino de Treviana que acaso frisa la treintena. Profesor y residente en el municipio.
Hay que decir que Treviana es una localidad riojana de menos de 170 habitantes en la cual residimos desde hace un año. Y la media de edad, sin duda es muy alta.
¿Lectores? ¿Participación? ¿Comenzar con un club de literatura en invierno? ¿En qué instalaciones? ¿Libros…? ¿Cómo hacernos con libros? Y…, sobre todo ¿Cómo reunir a los posibles lectores y lectoras?
Como muchos sabéis, Literaria Kalean pasa muchos meses del año recorriendo numerosos municipios de La Rioja en ese intento de encontrar lectores. Sin embargo, aunque en alguna que otra ocasión hemos participado en las Jornadas del Románico en el mismo Treviana, lejos estábamos de pensar en un club de lectura.
Pese a ello, la respuesta no tardó en llegar y fue la siguiente:
-Hola Pedro, decirte que de primeras nos parece una idea genial. Desconocemos hasta qué punto tendría repercusión…, pero por intentarlo…
Y los mensajes continuaban:
-La verdad es que eso es una de las cosas que me parecen más difíciles…
Cuando al día siguiente nos reunimos con Pedro, las ideas comenzaron a fluir de forma espontánea y recordamos que al despedirnos aquella tarde ya teníamos fecha y primera lectura: El principito de Antoine de Saint de Exupéry.
No cabía duda de que a los tres nos entusiasmaba la idea.
Y fue así como, de esa forma, el pasado 6 de diciembre en las instalaciones de la Asociación Cultural del Amigos de Treviana (ACAT), casi una veintena de personas nos congregamos para hablar de la primera de las lecturas del naciente club.
Pedro animó días antes en las redes sociales con el siguiente mensaje:
[…]Yo me apunto al club, y llevo bizcocho.
Un grupo heterogéneo, de diversidad generacional, se reunió en un intento de inmiscuirse por los entresijos narrativos del más que conocido escritor francés.
Porque hubo muy buenas impresiones referentes a personas conocidas y no conocidas. Todos o casi todos leímos el texto y, tras las explicaciones de la fascinante vida de Antoine de Saint de Exupéry, nos involucramos en replantearnos esto de hacernos mayores y dejar para momentos que nunca llegan, volver a recrearnos con nuestro niño interior. Supimos que las apariencias engañan. Se habló del rey solitario, del geógrafo, del bebedor que bebía para olvidar que le daba vergüenza beber. Del farolero que se ocupa de cosas que no tienen que ver consigo mismo, al contrario del vanidoso. Se habló de la serpiente, del zorro y de esa famosa frase que no debemos desdeñar a la ligera:
Lo esencial es invisible a los ojos.
De las prisas, del mundo que vivimos y de lo importante que es valorar el momento presente porque, quien más o quien menos, descubrió perspectivas que en su lectura no había tenido en cuenta.
Y es que, a fin de cuentas, de ahí viene la importancia de un club de lectura. De ese intercambio de impresiones.
Sin olvidar las ilustraciones de Millán, uno de los asistentes, que había trabajado de forma formidable el texto, y que ilustran parte de la galería de fotos.
Sin duda, si releemos El Principito, no cabe duda de que nos volverá a sorprender. Y recordaremos con una sonrisa esta primera experiencia del club de lectura.
Todo un éxito. Así lo vimos todos. Una vez más hemos descubierto que los lectores siempre están ahí, aunque no lo parezca. Juntarnos, sabernos, conocernos y disfrutar del bizcocho y tentempiés que subrayaron la tarde del lunes de puente. Una entrañable jornada de finales de otoño.
¿Acaso se puede empezar mejor?
La siguiente cita, será el 22 de enero
y la segunda lectura es «El retrato de Dorian Gray»
de Óscar Wilde.
Ni que decir tiene que todo el mundo está invitado.
¿Nos leemos…?