¿Y cómo en un pueblo de 140 habitantes, surge un club de lectura?
Con esta pregunta de Julián Lacalle, editor de Pepitas de calabaza, se abrió el debate el pasado sábado. Hay que señalar que ocurrió en pleno invierno. Y es que el hecho no es baladí, puesto que venía al pelo con el título de la novela de Elvira Valgañón. Una novela que todos habíamos leído y que estábamos ansiosos por destripar, realizar la autopsia requerida y, en definitiva, indagar entre sus pormenores de la mano de su autora.
Ambos acudieron al encuentro que acaece todos los meses desde hace un año largo en Treviana, suponemos que con la inquietud de no saber exactamente con qué se iban a encontrar. Pero parar aclarar la cuestión inicial, se comentó que la idea provino de Pedro, el negro cabezón de la foto -nadie como él para retomar personajes del relato y llevarlos a la realidad-. Bien, pues ese negro cabezudo un buen día de invierno de 2021 contactó con nosotros, Literaria Kalean, y nos propuso crear ese citado club. La respuesta fue inmediata aunque cargada de cierto recelo por no entender cómo sería viable la participación de los trevianenses. Sobre todo en los meses de invierno. Con todo, el optimismo de Pedro dejaba solucionado este aspecto porque, según sus palabras:
con tal de reunirnos, al menos somos tres, de vez en cuando y hablar de literatura en torno a un café, valdrá la pena haberlo creado.
Y, sin embargo, la primera cita nos sorprendió a todos: 16 asistentes. Hoy, tras más de 14 lecturas, es raro que al encuentro acudamos menos de veinte personas. Y todos estamos encantados de recibir conspicuas visitas de la talla de Elvira Valgañón y de una editorial que rezuma autenticidad por cada uno de sus poros.
Desde este rinconcito riojano agradecemos enormemente su gesto, tiempo y predisposición.
Fue una tarde memorable, en la cual esta excelente autora, creadora de «Invierno», respondió con entusiasmo y cordialidad las cuestiones que desde el grupo se le iban formulando. Una obra que goza de gran calidad literaria. De esa que muchos literatos ganadores de ilustres premios en nuestro país desearían tener. En las palabras de J. Ernesto Ayala sobre la novela:
«La belleza no esconde lo triste y viceversa. Su paisaje humano y físico requiere solo las palabras de los muertos y el relato misericordioso de los vivos. Excelencia literaria».
Publicada en 2017, «Invierno», desde sus primeras páginas nos presenta un espantapájaros –asustacuervos- que sirve de marco narrativo al darse a conocer en un pueblo norteño. Él observa, con la inmutabilidad que le caracteriza, el inexorable paso del tiempo y va contándonos o dejando entrever acontecimientos de guerras pretéritas, amoríos inconclusos, tiernas amistades, disputas variadas, visitas inoportunas y un largo etcétera, donde no faltan alusiones a personajes de cuento que todos conocemos.
Y tras una enriquecedora charla donde abundaron inspiraciones, fases de creación, edición, gustos literarios…, retomamos fuerzas con un nutrido aperitivo regado de vino de la tierra que sirvió de colofón. Más risas, conversaciones y anécdotas subrayaron este último encuentro. Además es preciso destacar un brindis como el que formuló Raquel al alzar su voz:
«Por los que escriben, por los que editan, y por los que leemos»
Fue ahí cuando las copas se alzaron para chinchinear.
El próximo relato será «Martes con mi viejo profesor» de Mich Albom.
¡Nos leemos?