Los etruscos fueron un pueblo de la antigüedad asentado en el centro de Italia siglos antes de la expansión del Imperio Romano. José Luis Sampedro, autor de «La sonrisa etrusca», tomó como excusa la expresión de unas estatuas referidas a este pueblo tirreno para basar la trama de su novela. Obra que se inscribe en la tercera lectura del recién nacido club de Treviana.
Tal y como viene siendo habitual, alrededor de unos quince lector@s nos sumamos a este nuevo encuentro literario el pasado sábado. Allí se habló de las impresiones causadas tras la lectura de esta entrañable obra que tiene como protagonista a Salvatore, un viejo cascarrabias que al final de su vida tiene que lidiar con la frivolidad imperante de la ciudad, que para nada tiene que ver con la vida rural de donde proviene. Su nieto, su última pareja y diversos aspectos cotidianos consiguen rebajar el tono de su severo carácter y, al final de la obra, se dibuja una personalidad más abierta que tiende a exponer una vida vivida con autenticidad.
Fue un nuevo encuentro de esos que enriquecen, donde el tiempo deja de existir y las horas comienzan a volar de forma mágica. Además, y con esto parece que nos estemos mal acostumbrando, en el colofón se sirvió empanada, bizcocho y vino de la tierra.
Literatura, vino y gastronomía; son cosas, qué duda cabe, que maridan a la perfección.
Por lo visto este recién nacido club de lectura tiende a quedarse. Sí, porque el club de lectura trevianense ya dispone de su carnet de socio de la Biblioteca de La Rioja-Almudena Grandes. Más de dos centenares de obras a nuestra disposición. Y la próxima ya se encuentra en nuestro haber.
Será «El viejo y el mar» del premio nobel de literatura, Ernest Hemingway.
Se avecina buen relato.
¿Nos leemos?